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La Neuropsicología se interesa por el estudio de las relaciones entre la conducta y el cerebro, prestando especial atención a las consecuencias que provocan las lesiones cerebrales sobre las funciones cognitivas y el comportamiento.
El daño cerebral causa secuelas físicas, pero también produce trastornos cognitivos que afectan a funciones mentales básicas para la persona, como:
Dichos trastornos muchas veces tienen un efecto más discapacitante y devastador que las secuelas físicas.
Desde el ámbito de la rehabilitación integral resulta imprescindible prestar atención tanto a las secuelas físicas y sociales, como a las de tipo psicológico, teniendo en cuenta que, con frecuencia, las secuelas del daño también producen un fuerte impacto psicológico sobre el entorno familiar.
El metabolismo cerebral del niño es mucho más activo que el del adulto ya que el cerebro del recién nacido utiliza el 60% del aporte total de oxígeno para atender sus necesidades metabólicas, mientras que un adulto sólo emplea entre el 18% y el 20% de la energía total.
La neuropsicología infantil estudia la disfunción cerebral mínima (DCM) que es una amplia categoría diagnóstica que ha recibido numerosas denominaciones, entre ellas:
Un porcentaje significativo de niñas y niños presenta alteraciones perceptivas, psicomotrices, cognitivas y comportamentales que se derivan de daño cerebral sutil, a pesar de tener una capacidad intelectual normal.
El término disfunción cerebral mínima (DCM) se refiere a niños con inteligencia en torno a la media con ciertas dificultades de aprendizaje y/o conducta que se asocian con desviaciones en la función del sistema nervioso central que se manifiestan por la combinación de trastornos en:
Las manifestaciones de la DCM pueden permanecer durante toda la vida, aunque su expresividad es mayor en la edad escolar ya que se acompaña de una amplia variedad de dificultades de aprendizaje como condición necesaria para su diagnóstico.
Antes de los 4 años no es fácil su diagnóstico mediante las técnicas disponibles, por lo que solamente a partir de la edad escolar se podría hacer de un modo más preciso, descartando aquellos casos de deficiencia mental.
El diagnóstico de la disfunción cerebral infantil sólo se puede realizar mediante evaluación neuropsicológica, ya que la exploración neurológica o las técnicas de neuroimagen anatómica normalmente ofrecen “falsos negativos”.
La rehabilitación cognitiva, que también se puede denominar rehabilitación neuropsicológica, tiene como objetivo mejorar las funciones mentales que han resultado afectadas como consecuencia del daño cerebral, especialmente:
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud define el término rehabilitación como el proceso de restablecimiento de los pacientes al nivel de funcionamiento más alto posible en el plano físico, psicológico y socioadaptativo, utilizando todos los medios posibles para reducir el impacto de las condiciones discapacitantes, y permitiendo que las personas discapacitadas alcancen un nivel óptimo de integración social.
Los fundamentos científicos de la rehabilitación neuropsicológica se basan en la plasticidad del sistema nervioso, que puede modificar sus conexiones como fruto de la estimulación. Junto a la utilización de determinados neurofármacos, capaces de mejorar la actividad del sistema nervioso, se asume que la rehabilitación neuropsicológica también puede producir modificaciones estructurales dentro del sistema nervioso.
El daño cerebral produce reorganización en el sistema funcional afectado que puede ser compensado a través de la utilización de estrategias alternativas.
Por ejemplo, si se producen dificultades fonológicas para el lenguaje, probablemente el paciente recurra a la utilización de estrategias alternativas de tipo propioceptivo, visual o prosódico. Las terapias del lenguaje se basan en este principio: transferir las habilidades perdidas para que las habilidades que se mantienen puedan compensar el déficit.
Se basa en la elaboración del programa de rehabilitación neuropsicológica del daño cerebral, en donde se debe tener en cuenta las siguientes consideraciones con el objetivo de lograr la mayor eficacia terapéutica:
La rehabilitación cognitiva utiliza ampliamente técnicas de modificación de conducta, tanto para mejorar las funciones cognitivas como las alteraciones emocionales derivadas del daño cerebral.
La utilización de las técnicas cognitivo-conductuales, basadas en el condicionamiento operante tienen una amplia cabida en el ámbito de la rehabilitación del daño cerebral:
Otro tipo de estrategias es por la repetición sucesiva de una actividad que ha sido abolida por el daño cerebral puede producir una mejoría progresiva en la misma.
Cuando se produce pérdida completa de un determinado sistema funcional como consecuencia del daño cerebral se recurre a la compensación desde otro sistema cerebral que se encuentre preservado, utilizando técnicas de sustitución, que consisten en proporcionar alternativas conductuales para compensar el déficit.
Esta modalidad de rehabilitación cognitiva, de tipo intersistémico, consiste en adiestrar al paciente para que active otros sistemas funcionales cuando se ha producido daño cerebral.
Finalmente, la terapia grupal es un importante recurso en la neuropsicología para la rehabilitación cognitiva ya que es una práctica que permite trabajar la necesidad emocional de entender y compartir problemas con otros pacientes que atraviesan la misma situación.
Mediante la utilización de retroalimentación por parte de los distintos pacientes que acuden al grupo, el lesionado cerebral puede asumir mejor sus propias dificultades.