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Padecimientos

¿Qué son las crisis convulsivas neonatales?

La epilepsia es una entidad frecuente en la edad pediátrica. El reconocimiento de esta patología se ve en muchas ocasiones dificultado por la gran diversidad de manifestaciones clínicas y la variabilidad de la sintomatología en función de la edad de aparición en el paciente. Es muy frecuente en la infancia y no es habitual en las personas adultas. 

Una convulsión es una contracción muscular involuntaria que puede tener origen en el sistema nervioso central. Por lo que, una crisis epiléptica es el acontecimiento transitorio de signos o síntomas con presencia de convulsiones debido a una actividad neuronal anormal excesiva o sincronía en el cerebro. Una crisis no significa necesariamente que una persona tiene epilepsia. 

La epilepsia debe ser considerada como una enfermedad cerebral definida por alguna de las tres condiciones:

  1. Al menos, dos crisis epilépticas no provocadas (o reflejas) que ocurran en un plazo superior a 24 horas.
  2. Una crisis epiléptica no provocada (o refleja) y un riesgo de presentar nuevas crisis, similar al derivado tras tener dos crisis no provocadas (de al menos, un 60% de probabilidad de recurrencia en los próximos 10 años).
  3. Cuando se diagnostica un síndrome epiléptico.

La nueva definición conlleva nuevas consideraciones:

  • Se considera a la epilepsia por primera vez como una enfermedad, no se habla de un trastorno o de una alteración.
  • Las crisis no provocadas son aquellas en las que no existe una causa aguda responsable de la crisis, no podemos hablar de epilepsia tras aparición de crisis producidas por factores como: conmoción craneal, fiebre, infecciones o hipoglucemias.
  • Se puede hablar de epilepsia tras una sola crisis (no provocada), si además existen otros factores que impliquen alta probabilidad de recurrencia.

Tipos de epilepsia

Existen tres tipos de epilepsia:

  • Epilepsias de causa genética (idiopáticas): existe una alteración genética conocida o sospechada que provoca un trastorno en donde la epilepsia es el principal síntoma.
  • Epilepsia de causa estructural/metabólica: hay alteraciones estructurales o metabólicas que son asociadas a un incremento del riesgo de padecer epilepsia.
  • Epilepsia de causa desconocida: La naturaleza de causa subyacente es hasta ahora desconocida.

¿Cómo podemos definir a los síndromes epilépticos?

Son trastornos epilépticos en los que se agrupan una serie de manifestaciones clínicas y eléctricas definidas. Se caracterizan por la función de:

  • Edad de inicio
  • Etiología implicada
  • Presencia o base genética
  • Tipo de crisis que presentan
  • Hallazgos neurofisiológicos
  • Factores precipitantes
  • Evolución de la epilepsia
  • Secuelas neurológicas y psicosociales.

Epidemiología en las crisis convulsivas

Se estima que 10.5 millones de niños menores de 15 años padecen epilepsia en todo el mundo, lo que representa el 25% de la población epiléptica global.

  • Crisis epilépticas únicas: 0,5-1% de la población infantil.
  • El riesgo acumulativo de recurrencia es del 42% a los 8 años de seguimiento, menor cuanto más tiempo ha trascurrido desde la primera crisis.
  • En la epilepsia: 50-100/100.000/año, con incidencia acumulativa a los 20 años.

¿Cuál es la clínica de una crisis epiléptica?

Para poder diagnosticar una crisis epiléptica es imprescindible conocer cuáles son las diferentes manifestaciones clínicas acompañadas con una crisis. El primer instrumento con el que debe de contar un pediatra ante un posible caso de crisis epiléptica es la anamnesis. Se debe identificar los signos y síntomas para realizar el diagnóstico del que dependerá el correcto manejo no del paciente.

Las principales manifestaciones clínicas de las crisis epilépticas son, por lo tanto, fundamentales a la hora del diagnóstico correcto en donde se deberá apoyar si es posible, de métodos definitivos como el electroencefalograma.

Diagnóstico de la epilepsia

Para realizar un diagnóstico correcto de la epilepsia el neuropediatra ha de investigar en la historia clínica del paciente y hacer una descripción minuciosa de la crisis que nos relata. Para poder saber a qué tipo de patología epiléptica nos enfrentamos, debemos saber de qué tipo de crisis epiléptica nos habla el paciente y clasificarla en función de su origen cerebral y en función de la etiología más probable.

Existen dos tipos de crisis epilépticas:

Crisis generalizadas: Son aquellas que se inician en algún punto del cerebro con capacidad para que la descarga epileptógena se distribuya de forma rápida y bilateral por todas las estructuras corticales y/o subcorticales. Las crisis generalizadas pueden ser asimétricas. Entre ellas encontramos:

  • Crisis tónicas: consisten en el aumento mantenido del tono muscular global de segundos a minutos de duración. Las crisis tónicas más intensas y prolongadas pueden presentar un componente vibratorio que se puede confundir con sacudidas clónicas.
  • Crisis clónicas: Contracciones musculares repetitivas, regulares y del mismo grupo muscular.
  • Crisis generalizadas tónico-clónicas: suelen ser crisis bilaterales y simétricas, aunque no siempre. En ellas, suele apreciarse una fase tónica, con una contracción general tónica asociada a: apnea, cianosis y clínica autonómica, y una transición a una fase clónica, en la que se objetivan las contracciones clónicas, flexoras, simétricas y abundantes.
  • Crisis de ausencia: – Típica: una crisis de ausencia típica es una crisis generalizada, aunque el único síntoma aparente sea una desconexión breve del individuo con el entorno.
  • Crisis atónicas: se produce la pérdida repentina del tono muscular sin características mioclónicas o tónicas asociadas. Suelen ser crisis muy breves.
  • Crisis mioclónicas: consisten en una serie de contracciones musculares muy breves, bilaterales y simétricas que no se acompañan de alteración de la conciencia.

Crisis focales: la descarga se origina en redes limitadas a un hemisferio. La localización puede ser más o menos amplia. Cada tipo de crisis tiene un comienzo constante, con patrones de propagación preferenciales que pueden involucrar al hemisferio ipsi o contralateral.

El 60% se diagnostican con las primeras manifestaciones críticas y un EEG, y el 20% restante, tras un seguimiento evolutivo de hasta 2 años. 

La anamnesis es el instrumento diagnóstico principal para la identificación de una crisis epiléptica y también para distinguirlas de posibles pseudocrisis.

El electroencefalograma muestra el trazado de base del paciente, así como anomalías paroxísticas. El trazado de base habitualmente es normal, salvo los casos ligados a afectación cerebral. En los síndromes ligados a encefalopatías epilépticas, se muestran determinados patrones específicos en relación fundamentalmente con la edad del paciente.

La tomografía cerebral simple está indicada, fundamentalmente, en situaciones de urgencia, como el status epiléptico o crisis focales de origen desconocido.

¿Cómo se realiza un electroencefalograma?

Durante el estudio, no sentirás ninguna molestia ya que los electrodos solo van pegados en el cuero cabelludo y no son invasivos.

Primeramente, el técnico que realiza el estudio mide la cabeza y marca el cuero cabelludo para saber donde colocar los diferentes electrodos. A su vez puede aplicar una especie de crema para mejorar la calidad del registro. Los electrodos se conectan mediante cables a un amplificador de las ondas cerebrales para que puedan registrarse en la computadora.

El electroencefalograma puede durar en ocasiones hasta 60 minutos y en niños es necesario que duerman durante la prueba para detectar ciertas afecciones que solo se pueden registrar durante las fases del sueño.

Normalmente se graba un video del paciente durante el electroencefalograma para capturar los movimientos del cuerpo a la par que el electroencefalograma registra la actividad cerebral

Tratamiento

El objetivo ideal de la terapia con fármacos antiepiléticos es lograr un buen control de las crisis y evitar o minimizar los posibles efectos secundarios de la medicación.  En el 60-70% de los niños, se consigue que el paciente esté libre de crisis con el primero o segundo fármaco en monoterapia, habitualmente esto sucede en los niños con sospecha de epilepsia de buen pronóstico. El objetivo, por tanto, será buscar la mayor calidad de vida posible para el paciente.

La monoterapia es el estándar de oro del tratamiento de la epilepsia. Se recomienda iniciarla en dosis bajas e ir ascendiendo progresivamente hasta el control de las crisis o hasta la dosis máxima recomendada según tolerancia del paciente.