Padecimientos
La epilepsia es una entidad frecuente en la edad pediátrica. El reconocimiento de esta patología se ve en muchas ocasiones dificultado por la gran diversidad de manifestaciones clínicas y la variabilidad de la sintomatología en función de la edad de aparición en el paciente. Es muy frecuente en la infancia y no es habitual en las personas adultas.
Una convulsión es una contracción muscular involuntaria que puede tener origen en el sistema nervioso central. Por lo que, una crisis epiléptica es el acontecimiento transitorio de signos o síntomas con presencia de convulsiones debido a una actividad neuronal anormal excesiva o sincronía en el cerebro. Una crisis no significa necesariamente que una persona tiene epilepsia.
La epilepsia debe ser considerada como una enfermedad cerebral definida por alguna de las tres condiciones:
La nueva definición conlleva nuevas consideraciones:
Existen tres tipos de epilepsia:
Son trastornos epilépticos en los que se agrupan una serie de manifestaciones clínicas y eléctricas definidas. Se caracterizan por la función de:
Se estima que 10.5 millones de niños menores de 15 años padecen epilepsia en todo el mundo, lo que representa el 25% de la población epiléptica global.
Para poder diagnosticar una crisis epiléptica es imprescindible conocer cuáles son las diferentes manifestaciones clínicas acompañadas con una crisis. El primer instrumento con el que debe de contar un pediatra ante un posible caso de crisis epiléptica es la anamnesis. Se debe identificar los signos y síntomas para realizar el diagnóstico del que dependerá el correcto manejo no del paciente.
Las principales manifestaciones clínicas de las crisis epilépticas son, por lo tanto, fundamentales a la hora del diagnóstico correcto en donde se deberá apoyar si es posible, de métodos definitivos como el electroencefalograma.
Para realizar un diagnóstico correcto de la epilepsia el neuropediatra ha de investigar en la historia clínica del paciente y hacer una descripción minuciosa de la crisis que nos relata. Para poder saber a qué tipo de patología epiléptica nos enfrentamos, debemos saber de qué tipo de crisis epiléptica nos habla el paciente y clasificarla en función de su origen cerebral y en función de la etiología más probable.
Existen dos tipos de crisis epilépticas:
Crisis generalizadas: Son aquellas que se inician en algún punto del cerebro con capacidad para que la descarga epileptógena se distribuya de forma rápida y bilateral por todas las estructuras corticales y/o subcorticales. Las crisis generalizadas pueden ser asimétricas. Entre ellas encontramos:
Crisis focales: la descarga se origina en redes limitadas a un hemisferio. La localización puede ser más o menos amplia. Cada tipo de crisis tiene un comienzo constante, con patrones de propagación preferenciales que pueden involucrar al hemisferio ipsi o contralateral.
El 60% se diagnostican con las primeras manifestaciones críticas y un EEG, y el 20% restante, tras un seguimiento evolutivo de hasta 2 años.
La anamnesis es el instrumento diagnóstico principal para la identificación de una crisis epiléptica y también para distinguirlas de posibles pseudocrisis.
El electroencefalograma muestra el trazado de base del paciente, así como anomalías paroxísticas. El trazado de base habitualmente es normal, salvo los casos ligados a afectación cerebral. En los síndromes ligados a encefalopatías epilépticas, se muestran determinados patrones específicos en relación fundamentalmente con la edad del paciente.
La tomografía cerebral simple está indicada, fundamentalmente, en situaciones de urgencia, como el status epiléptico o crisis focales de origen desconocido.
Durante el estudio, no sentirás ninguna molestia ya que los electrodos solo van pegados en el cuero cabelludo y no son invasivos.
Primeramente, el técnico que realiza el estudio mide la cabeza y marca el cuero cabelludo para saber donde colocar los diferentes electrodos. A su vez puede aplicar una especie de crema para mejorar la calidad del registro. Los electrodos se conectan mediante cables a un amplificador de las ondas cerebrales para que puedan registrarse en la computadora.
El electroencefalograma puede durar en ocasiones hasta 60 minutos y en niños es necesario que duerman durante la prueba para detectar ciertas afecciones que solo se pueden registrar durante las fases del sueño.
Normalmente se graba un video del paciente durante el electroencefalograma para capturar los movimientos del cuerpo a la par que el electroencefalograma registra la actividad cerebral
El objetivo ideal de la terapia con fármacos antiepiléticos es lograr un buen control de las crisis y evitar o minimizar los posibles efectos secundarios de la medicación. En el 60-70% de los niños, se consigue que el paciente esté libre de crisis con el primero o segundo fármaco en monoterapia, habitualmente esto sucede en los niños con sospecha de epilepsia de buen pronóstico. El objetivo, por tanto, será buscar la mayor calidad de vida posible para el paciente.
La monoterapia es el estándar de oro del tratamiento de la epilepsia. Se recomienda iniciarla en dosis bajas e ir ascendiendo progresivamente hasta el control de las crisis o hasta la dosis máxima recomendada según tolerancia del paciente.