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La parálisis cerebral infantil (PCI) es la discapacidad motora más frecuente en la niñez. Se trata de un grupo de trastornos que afectan la capacidad de una persona para moverse y mantener el equilibrio y la postura. Es una condición con la que nacen los bebés o que se desarrolla muy temprano en la vida.
La espasticidad es un signo común de la PCI que se manifiesta a través de diferentes grados de rigidez en los músculos. Las intervenciones terapéuticas deben comenzar en el momento del diagnóstico y son enfocadas en ayudar a maximizar la mejora funcional relacionada con la plasticidad neuromuscular del cerebro en desarrollo.
La parálisis cerebral infantil puede afectar las habilidades motoras de los niños de diferentes maneras. Algunos niños tienen dificultad para correr o caminar, requiriendo ayuda de equipo especial como una silla de ruedas, mientras que otros niños requieren cuidados más específicos con problemas para el habla o la alimentación.
La parálisis cerebral se clasifica según el tipo de trastorno del movimiento afectado. En algunas ocasiones, dependiendo el área del cerebro afectada, se puede producir uno o más trastornos del movimiento. Existen cuatro tipos principales de parálisis cerebral:
A pesar de que la lesión que ha causado la parálisis cerebral sea permanente, existen muchas maneras de ayudar a los niños para mejorar su capacidad funcional y evitar futuras complicaciones. Las intervenciones para la PCI se enfocan en maximizar la independencia del niño en las actividades funcionales diarias y reducir el grado de discapacidad.
El tratamiento siempre debe ser individualizado teniendo en cuenta el tipo y extensión de la lesión cerebral y multidisciplinario con rehabilitación, uso de fármacos y en algunas ocasiones, cirugía.
Rehabilitación
La fisioterapia es una parte fundamental establecida en los programas de tratamiento para la parálisis cerebral, que tiene un papel muy importante en mejorar el rango de movimiento, posicionamiento, resistencia y coordinación.
La terapia ocupacional se enfoca en el desarrollo de habilidades motoras finas y en mejorar la capacidad para el autocuidado o el apoyo del cuidador en las tareas de la vida diaria. Las actividades específicas incluyen habilidades como alimentarse, ir al baño, vestirse, higiene personal y tareas motoras finas.
Generalmente la fisioterapia y terapia ocupacional se inician a temprana edad. La frecuencia y duración se basa en las necesidades específicas de cada niño. Algunos tipos de terapias existentes incluyen:
Fármacos
El uso de fármacos en la parálisis cerebral infantil va enfocado en relajar los músculos rígidos o hiperactivos, así como reducir el movimiento anormal. Para los niños que tienen parálisis cerebral y epilepsia (convulsiones) se deben de considerar el uso de los medicamentos estándar para la epilepsia.
Para el tratamiento de la espasticidad generalizada los medicamentos anti espásticos orales suelen ser el tratamiento de primera línea (ejemplo baclofeno o benzodiacepinas), mientras que en la espasticidad localizada o segmentaria son apropiadas las inyecciones de neurotoxina botulínica (BoNT). Se debe acudir con el neurólogo pediatra para establecer la mejor opción de tratamiento farmacológico según las características de cada niño.
Cirugía
En algunas ocasiones los niños podrán requerir de alguna cirugía, donde se pueden alargar los músculos rígidos e intensamente contraídos. En estas cirugías se podrá mejorar la posición, corregir o mejorar una curvatura anormal, e incluso, en algunas situaciones, realizar cortes de algunos nervios que ocasionen movimientos anormales y espásticos.
En los pacientes con diplejía espástica que tienen deterioro motor clasificado como de leve a moderado, sin debilidad significativa y cognitivamente capaces, la rizotomía dorsal selectiva se puede realizar como una alternativa o junto con la terapia anti espasticidad para mejorar la marcha.
Es importante que previo a la cirugía, se analice con el especialista los beneficios del procedimiento, así como los riesgos de este y teniendo en cuenta el tipo de rehabilitación necesaria posterior al procedimiento.
Dispositivos ortopédicos
En algunos casos, se pueden colocar soportes ortopédicos en los miembros afectados para mejorar el movimiento y el equilibrio. Otros dispositivos que pueden ayudar al movimiento y postura son el uso de sillas de ruedas, caminadores entre otros.
Es importante recordar que previo a la elección del tratamiento, un equipo multidisciplinario debe realizar una evaluación inicial completa, que incluya rango del movimiento, fuerza y evaluación de control motor selectivo, tono muscular y función, para determinar la intervención ideal y establecer objetivos de tratamiento específicos.