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Aunque actualmente no existen estudios de laboratorio o imagen que puedan revelar que una persona padece autismo, sí se han identificado distintos síntomas o señales que pueden indicarlo, siendo un neuropediatra quien puede evaluar y estudiar los comportamientos de un niño para finalmente diagnosticar este padecimiento.
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) se manifiesta desde la infancia, ya que es una afección del neurodesarrollo. Sin embargo, puede pasar desapercibida hasta la edad adulta.
Por ello es que queremos, a través de este artículo, informarte sobre las señales que pueden ayudarte a identificar si tu hijo o hija requieren atención neurológica especializada, pues entre más rápido se inicie un tratamiento, mejores serán los resultados que se pueden obtener.
No existe, hasta la fecha, ninguna prueba de laboratorio para el trastorno del espectro autista. Las evaluaciones de autismo incluyen cuestionarios y observaciones para evaluar qué síntomas están presentes y su gravedad. Después de una evaluación inicial, es probable que el neurólogo pediatra remita a un equipo de especialistas para una evaluación y diagnóstico adecuados.
Hay muchas maneras de ayudar a minimizar los síntomas y maximizar las habilidades. Las personas que forman parte del espectro autista tienen la mejor oportunidad de usar todas sus habilidades y destrezas si reciben terapias e intervenciones apropiadas. Se requiere un grupo de profesionales que pueden comprender desde un neuropediatra hasta un neuropsicólogo. Las diversas terapias que han mostrado evidencia para mejorar la calidad de vida de estos pacientes son:
El trastorno del espectro autista (TEA) es una discapacidad del desarrollo que afecta la forma en que una persona interactúa con el mundo. Puede causar dificultades con la socialización, la comunicación y el comportamiento. El término «espectro» se refiere a la amplia gama de síntomas y comportamientos que una persona puede tener.
Los síntomas del trastorno del espectro autista generalmente se reconocen entre los dos y tres años de edad, aunque pueden estar presentes desde antes.
Por definición, los síntomas deben estar presentes en el desarrollo temprano, pero a veces los síntomas no son aparentes hasta que el niño es mayor.
Los síntomas se agrupan en dos áreas amplias:
1) Comunicación social
2) Comportamiento, actividades e intereses restringidos y repetitivos
3) Otros signos que un niño puede tener
· Tiene más o menos miedo de las cosas de lo esperado
El consenso general es que el TEA es un trastorno del neurodesarrollo que afecta el desarrollo del cerebro y perjudica el desarrollo de las habilidades sociales y de comunicación.
En la mayoría de los niños, se desconoce la causa. Los factores ambientales, como las exposiciones tóxicas antes o después del nacimiento, las complicaciones durante el parto y las infecciones maternas durante el embarazo pueden ser responsables de un pequeño porcentaje de casos.
En niños con una predisposición genética, los factores ambientales pueden aumentar aún más el riesgo del niño de desarrollar trastorno del espectro autista.
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Entre 2-25 de cada 1000 niños tienen esta patología y se ha visto que afecta a más hombres que mujeres (aproximadamente cuatro hombres por cada mujer).
Aproximadamente el 33% de los niños con TEA tienen una discapacidad intelectual, como retraso en el lenguaje o dificultades de aprendizaje. Además, un 30% de los niños con este trastorno tienen convulsiones. El riesgo de convulsiones es mayor en personas con discapacidad intelectual más grave.
Se ha correlacionado que el 25% de los casos del trastorno del espectro autista están asociados con una condición médica o síndrome específico. Por ejemplo:
· Síndrome de Angelman.