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¿Por qué a tantos niños se les diagnóstica con TDAH?

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad es uno de los trastornos conductuales más conocidos y comunes entre los niños y jóvenes, que puede ser diagnosticado por un neuropediatra. Actualmente se estima que entre un 5 a 7% de todos los niños en edad escolar cumplen los criterios diagnósticos de TDAH.  

Sin embargo, las estadísticas muestran que durante las últimas dos décadas el diagnóstico se ha incrementado exponencialmente gracias a la difusión de información y el involucramiento de los padres y cuidadores en el desarrollo de los niños.

¿Qué es el TDAH?

A manera de recordatorio, el TDAH es un trastorno del comportamiento en el que los niños presentan dificultades para lograr enfocarse en una actividad o tarea, con complicaciones como malas notas escolares, ansiedad, depresión y otros trastornos del estado de ánimo.

Cierto porcentaje de estos pacientes puede presentar además comportamiento hiperactivo caracterizado por una energía excesiva con una fuga de ideas importantes; un porcentaje menor puede acompañarse de trastorno oposicionista desafiante caracterizado por problema con las personas de autoridad como padres o maestros, o con dificultad para controlar sus impulsos o aceptar la culpa y responsabilidad.

¿Por qué ahora es más frecuente el diagnóstico que antes?

Anteriormente el diagnóstico de TDAH era poco conocido y generalmente se asociaban estos tipos de comportamientos simplemente con un niño “mal portado”.

Los criterios para su diagnóstico eran muy concretos, por lo que era difícil para un médico el aventurarse a dar el diagnóstico.

Esta época en la que los pacientes eran infra diagnosticados nos permitió conocer las consecuencias de no iniciar el tratamiento de manera oportuna. Por ejemplo, ahora sabemos que a largo plazo, aquellos pacientes no diagnosticados o sin tratamiento pueden presentar problemas del estado de ánimo como depresión o ansiedad; malas relaciones interpersonales, abandono escolar, susceptibilidad hacia el consumo de alcohol u otras sustancias, problemas de conducta y del control de los impulsos, solo por mencionar algunas.

En las últimas décadas ha aumentado el enfoque y la atención hacia las cuestiones emocionales y los problemas neurológicos y psicológicos. Lo que llevó a reformular los criterios para el diagnóstico de muchos trastornos emocionales y neurológicos.

Este tipo de cambios aumenta la sensibilidad de los métodos para diagnosticar algunos trastornos neurológicos, lo que se traduce en captar o identificar a mayor cantidad de niños que pueden cumplir los criterios.

La intención de aumentar la sensibilidad de los criterios es evitar que se “escapen” niños con el diagnóstico, es decir, se prefiere aumentar la sospecha y de este modo descartar o confirmar el diagnóstico, en lugar de usar criterios muy estrictos en los cuales muchos niños con TDAH podrían pasar desapercibidos.

El objetivo final es iniciar un tratamiento oportuno, evitando que los niños crezcan con el estigma de que son diferentes, con mejor inteligencia que sus compañeros o que son culpables de lo que les sucede.

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La mejoría en el tratamiento

De manera paralela con la mejora en los criterios diagnósticos, el tratamiento también ha presentado cambios importantes.

El involucramiento de los padres y de los cuidadores en los diferentes ámbitos del día a día del niño (como maestros, entrenadores, etc), permite un trabajo en equipo con comunicación en dos direcciones donde se pueden encontrar los mejores métodos para interactuar con el paciente, ayudándolo a que desarrolle de mejor manera sus actividades y evitando la frustración del niño al sentir que hace las cosas mal.

Además, el tratamiento farmacológico también ha evolucionado a lo largo de estos años. Actualmente se cuenta con una gran cantidad de opciones de medicamentos con diferentes presentaciones como de liberación rápida o liberación prolongada, que se pueden ajustar a las necesidades de cada paciente.

Es importante mencionar que estos medicamentos suelen ser controlados y por lo tanto solo deben ser recetados por el experto, en este caso, el especialista en neurología pediátrica, quien conoce los efectos y las indicaciones de cada uno de ellos.

Por último, el tratamiento se ha ampliado hacia diferentes puntos de apoyo, dependiendo del área en que más atención requiera enfocarse el paciente. Por ejemplo, se cuenta con psicólogos que trabajan en conjunto con los neurólogos para ayudar con los problemas y trastornos emocionales que muy frecuentemente se presentan; además de expertos en lenguaje o técnicas de aprendizaje.

Tomando en cuenta todo lo anterior, podemos concluir que el aumento en el diagnóstico de trastorno de déficit de atención e hiperactividad no es por una epidemia o necesariamente un aumento de los casos, sino, por una mejora en los métodos diagnósticos.

Probablemente en las próximas décadas seamos testigos del cambio positivo que esto genere, pues al identificar a los pacientes con el trastorno e iniciar la terapia y tratamiento adecuado, es muy probable que se reduzcan las tasas de abandono escolar o laboral, el índice de adicciones o los problemas de ansiedad y depresión en aquellos pacientes de edad escolar.

Por lo tanto, es importante que ante la duda o sospecha de alguno de estos trastornos de la conducta y del desarrollo, acudas con tu especialista de confianza.